Vorágine 31, La selva psíquica
Trascendiendo las narrativas individuales en una realización colectiva animada
En el año 2018, 31 artistas de cine de animación fuimos invitados para realizar un ejercicio de animación colectiva inspirado en la obra literaria La Vorágine, escrita por José Eustasio Rivera y publicada en 1924. A modo de cadáver exquisito cada artista tuvo la libertad de plasmar su propia interpretación animada para homenajear esta poderosa novela y que resultó en Vorágine 31, un cortometraje de animación experimental de 7 minutos y 47 segundos. Casi cien años después de haber sido escrita la obra original, la realización de este cortometraje recopiló las reflexiones contemporáneas acerca de lo que fue la fiebre del caucho, la selva, las enfermedades y los peligros provocados por la ambición humana en relación con el presente de cada artista. Este artículo revela algunas de las dinámicas que ayudaron a realizar la obra y da cuenta de las dificultades que encontró el colectivo para finalizar y tratar de obtener su reconocimiento como proyecto nacional para obras cinematográficas.
Es imposible hablar de Vorágine 31 sin reconocer la diversidad de vínculos emocionales, intelectuales y sociales que derivan y convergen en la realización de cualquier obra audiovisual. ¿Cómo desconocer la milenaria necesidad humana de traducir su pensamiento y emociones a imágenes, sonidos, palabras, olores, experiencias? ¿Cómo negar la fuente inagotable de la imaginación humana, el poder de la intención, la decisión individual de tomar acciones y el apoyo acérrimo de una colectividad que trasciende los límites de su realidad para inmortalizar su propia humanidad en expresión artística? Exalto, desde mi propia experiencia, la importancia del propósito del individuo en la colectividad que da soporte y materializa su compromiso: cuidándose, escuchándose, apoyándose entre sí interdependientemente cada día para finalmente manifestar su propia narrativa histórica.
Es por esto que, para hablar de la motivación que dio origen a Vorágine 31, debemos remontarnos a un proceso de cadáver exquisito iniciado en el 2015 para el cortometraje MeKafka Bogotá, cuando ASIFA Colombia fue invitada a participar en una estrategia colectiva liderada por Bogoshorts en homenaje a los 100 años de la publicación de la obra La Metamorfosis de Franz Kafka. Esta experiencia sentó las bases y dio el impulso inicial a la realización de un nuevo ejercicio colaborativo en el 2018 (antes de la pandemia del Covid 19), esta vez inspirado en la emblemática obra La Vorágine del escritor colombiano José Eustasio Rivera, que ya se encontraba en el dominio público al haber transcurrido más de 80 años desde la muerte de su autor en 1928.
En este punto fuimos invitados, un grupo de 31 directores de animación vinculados a ASIFA Colombia a participar en esta Vorágine animada. Fue abrumador reconocer que las cosas no habían cambiado mucho en Colombia después de los 94 años que habían pasado desde que este autor colombiano plasmara en ésta magnífica obra de denuncia social, la extrema ambición industrial y la penosa inhumanidad que arrasaba a toda costa con la naturaleza y la vida entre finales del siglo XIX y el siglo XX.
Luego de varias reuniones donde expusimos nuestras intenciones, acordamos un objetivo colectivo: hablar acerca del papel de las acciones humanas y su impacto en la naturaleza dentro del marco del posconflicto, sentando así un precedente y posición acerca de la devastación, la fiebre del caucho y la violencia que se vivió en la época en que fue escrita la obra y cómo éstas se relacionaban con nuevos eventos de referencia en el presente nacional, con nuevos personajes, lugares y sucesos. Teníamos una necesidad de hablar de la selva humana, de su psiquis, de lo que estaba pasando con los incendios en el Amazonas, de las mujeres y las etnias que habían sido violentadas, del abandono político, de la indiferencia humana y la esclavitud mediática en la que nos encontrábamos.
Con este propósito, un primer grupo se encargó de la convocatoria para invitar a participar a todos los directores de animación. Posteriormente y luego de su aceptación, enviamos a cada artista un fragmento seleccionado de La Vorágine a manera de inspiración para adelantar el primer fotograma o cuadro. Cada quien podía basarse en todo el texto enviado, en un fragmento, en una idea o bien ahondar en el libro completo para crear un fotograma en blanco y negro.
Una vez recibidos los 31 fotogramas creados por cada uno de los artistas, otro grupo se encargó de seleccionar y generar una línea narrativa. Luego enviamos a cada artista el fotograma clave que había realizado otro participante en la obra, para dar inicio al intercalado (inbetweening). Así sucesivamente hasta completar todas las animaciones. Por último, compilamos las 31 secuencias en un montaje digital. Paralelamente se adelantaron la composición de la música, el foley, el diseño de sonido y los créditos finales de la pieza gracias a la gestión y apoyo de la Pontificia Universidad Javeriana. En este proceso, duramos un año completo: desde el 2019 hasta que llegó la pandemia en el 2020.
Debo resaltar que muchas tareas se llevaron a cabo remotamente incluso antes del confinamiento obligatorio que trajo la pandemia. Algunas personas del equipo estaban fuera de Colombia y otras dentro del país pero en diferentes ciudades. La primera vez que vimos Vorágine 31 en una sala de cine fue en su estreno en Bogoshorts, el festival de cortos de Bogotá, en el 2019. Cuando volví a verla a finales del 2020, me horroricé al entender que había sido una pieza premonitoria. Finalmente, la humanidad no podría escaparse de su propia naturaleza y el Covid 19 estaría muy lejos de desaparecer de la tierra.
Cuando terminamos la postproducción de la obra, en 2019, decidimos realizar todas las gestiones pertinentes para poder lograr el reconocimiento como obra nacional ante el Ministerio de Cultura, trámite obligatorio para poder conseguir aportes económicos y así apoyar la labor de los artistas de animación en Colombia que hacen parte de la asociación. Sin embargo, nos encontramos ante muchas limitaciones, en especial porque nuestra obra no se parecía a nada de lo que antes se hubiera hecho en el país, porque no contábamos con los roles de oficio y créditos estipulados dentro de la Ley de Cine 814 para obras de animación y, técnicamente hablando, la manera en que se había realizado la obra no se alineaba con la tradicional organización de roles dentro de lo preestablecido de La Ley para realizar una obra de este tipo en Colombia.
Solamente el acuerdo de cesión de derechos inicial que fue firmado por todos los artistas del corto fue una tarea de gestión importante y demandante: redactar los documentos, asesorarse, conseguir el acuerdo y consentimiento de todos los involucrados, luego lograr las firmas reales presencialmente ante notario y desde países diferentes, argumentar, escribir cartas, agendar reuniones, autenticar, conciliar, reunir la documentación pertinente, una y otra vez, esto durante más de dos años, por no hablar de las dificultades en el uso de las herramientas tecnológicas agregadas al trámite.
Hoy, cuando casi se cumplen cuatro años desde el comienzo de nuestra vorágine artística, seguimos en la tarea de poder lograr la nacionalización de nuestra obra ante el Ministerio de Cultura. No ha sido suficiente pagar abogados, ni la invaluable asesoría de expertos en derechos de autor y personas calificadas en la materia para justificar la veracidad y autenticidad de nuestras materializaciones artísticas en lo que concierne a este cortometraje animado colectivo.
El reconocimiento que brinda una sociedad a sus creadores, dignifica, legitima y da soporte, motiva a los artistas a seguir produciendo obra, facilita vías de financiación que permiten el sostenimiento de gestores culturales y lo más importante: empodera a nuevos talentos para reconocerse a sí mismos como actores participantes de una sociedad, dignos de expresarse y a vivir en un país que les escucha en lugar de excluirles y ponerles trabas para autenticar su derecho a la expresión libre de sus ideas. El reconocimiento público da voz y ánimos para seguir relatando las historias que traen las respuestas a nuestras incertidumbres, en especial las relacionadas con nuestro futuro en el país.
Para aquellos que sólo ven posible la realización artística desde la óptica de la producción Hollywoodense, es necesario darse una vuelta por el mundo de la animación independiente y experimental. Deconstruir y reconstruir. Reinventar las reglas de juego, incluso desde quienes participan en ellas, las mecánicas, las dinámicas y las maneras de hacer nuestros oficios. Para esto no existen límites en la animación, ni siquiera excusas por no saber dibujar.
Es difícil que las colectividades que se manifiestan a través de la narrativa audiovisual puedan reconocerse dentro de un sistema que ha sido heredado y diseñado sin tener en cuenta su participación y su punto de vista. Tenemos la responsabilidad como sociedad de hacer espacio y entender otras formas de ver y hacer nuestros oficios. Tan meritorio es el artista que obtiene un incentivo para desarrollar una idea propia como la colectividad que ha logrado encontrarse en sus diferencias y plasmar en una obra artística audiovisual, una causa que les concierne.
Brindar el reconocimiento a estas acciones, es apoyar a toda una comunidad que se legitima a través de su actividad artística. Durante todo este tiempo, he descubierto lo que Audre Lorde escribía cuando afirmaba que “las herramientas del amo nunca desmantelarán la casa del amo”. Vorágine 31, me permitió hacer una radiografía de lo que significa realizar una pieza animada en territorio colombiano, confirmar que es complejo para muchas personas gestoras y pilares de nuestra cotidianidad ponerse en el lugar del otro para ver el mundo e interpretarlo desde otra óptica. Supongo que me falta mucho por aprender -¿o desaprender?-, en especial acerca de mi propia narrativa como realizadora latinoamericana.
Nota en Enero 5 de 2024. La Dirección de Audiovisuales, Cine y Medios Interactivos del Ministerio de Cultura de la República de Colombia, y de conformidad con lo previsto en el artículo 2.10.1.4. del Decreto 1080 de 2015, certificó el carácter de producto nacional al Obra Vorágine 31, el 24 de Agosto de 2023 en Bogotá y reconoció a la Asociación Internacional de Films Animados Asifa Colombia como la productora de la obra.
Agradecimientos en la elaboración del presente artículo: Cinemateca Distrital de Bogotá: Zulay Riascos, Diego Saldarriaga. Asifa Colombia: Ana Arce, Diego Felipe Ríos, Maria Quiroga, Wia Colombia, Claudia Bautista, Diana Santana
Con el apoyo de:
Vorágine 31 es una producción de ASIFA Colombia Distribuida por Bogoshorts.
Directores de Animación
Camilo José Rivera Varona, José Gerardo Arce, Alejandro Riaño, Ricardo Arce, Wilson Borja, Lola Barreto, Camilo Cogua Rodríguez, Wilson Montoya, Santiago Caicedo de Roux, Rubén Romero, María Cristina Pérez González, Andrés Cajigas H, Carlos Smith Rovira, Pavel Molano, Juan Camilo Fonnegra, Emiliano González Alcocer, Silvia Prietov, Juan Carlos Concha Riveros, María Margarita J. Moyano, Simón Wilches, Andreas Papacostas Quintanilla, Rafael Santamaría y Jack Reyes, Sandra Marcela Obando Morales, Andrea Sánchez, Hanna Isua, Juan Carlos Mariño Gutiérrez, Diego Felipe Ríos, Adriana Copete, Daniel Arce López, Miguel Otálora, Ana Caro
Productores: Camilo Cogua, Lola Barreto, Ana Arce
Composición Musical y Diseño Sonoro: Eloísa Arcila Fernández, Julián Valdivieso
Montaje: Camilo Cogua
Diseño de créditos: Lola Barreto, Catalina Noriega
Traducciones y editores de texto: Lola Barreto,Camilo Cogua, Ana Arce, Peter von Stackelberg, Matthew Rappard, Nicolas Dufresne, Kevin Calixte
Postproducción y finalización: Lola Barreto
Artículo originalmente publicado como parte de la Cinemateca Rodante Bogotá, una estrategia de la Cinemateca Distrital del Instituto Distrital de las Artes - Idartes que integra a la ciudadanía con la comunidad audiovisual de Bogotá en una experiencia de creación colectiva. Conozca más de éste proyecto aquí.
Agradecimientos:
Cinemateca Distrital de Bogotá
Zulay Riascos
Diego Saldarriaga
Asifa Colombia
Ana Arce
Diego Felipe Ríos
Maria Quiroga
Wia Colombia
Claudia Bautista
Diana Santana